Numerosas organizaciones que agrupan a mujeres de todas las edades, profesiones, razas y condición social trabajan a diario, incansables, con el firme propósito de trascender un paradigma cultural que no puede sostenerse por mucho más tiempo, que discrimina roles, funciones y espacios de acción según el género.

La marcada ausencia de mujeres en cargos jerárquicos, la baja cuota de participación en puestos políticos, la brecha salarial para igual carga de trabajo, la falta de legislación sobre el tema y las cifras alarmantes de violencia de género, son sólo algunas de las áreas en las que cientos de mujeres en todo el mundo se ven postergadas.

Otro tanto ocurre en la cotidianidad de los hogares y la escuela, donde se construyen los valores básicos sobre los que se sostienen la sociedad.
Históricamente, en la mayoría de las familias argentinas el rol todoabarcador de la mujer la ocupa de infinidad de tareas domésticas además de su trabajo, con un menor porcentaje de participación por parte del hombre en éstas últimas.
Si bien las generalizaciones nunca son justas y cada vez hay más excepciones, estas diferencias de roles pesan sobre la mujer cuyos proyectos de desarrollo personal se han visto postergados desde siempre.

Todo indica que ser mujer tiene muchos inconvenientes y que aspirar a los mismos derechos que ostentan los hombres implica un sobresfuerzo por demás agotador y muchas veces frustrante.

El cambio que se requiere es eminentemente cultural y alcanza a hombres y mujeres por igual, de todas las edades.

¿Sos feminista? Umm…..

La figura de la “feminista” se interpreta como la de una mujer que quiere prescindir del hombre, que lo mira con recelo y hasta lo considera una amenaza. Nada más alejado de la realidad.

El diccionario define al feminismo como la “doctrina y movimiento social que pide para la mujer el reconocimiento de unas capacidades y unos derechos que tradicionalmente han estado reservados para los hombres”.

A esto se refiere la igualdad de género, al espíritu de construir una sociedad integrada, sana, con las mismas oportunidades para todos, siempre desde el respeto a la diversidad.

Lo difícil de este desafío es que no sólo son los varones quienes aún sostienen una visión prejuiciosa y condicionante de la mujer, sino que muchas mujeres aún sostienen el “no debo”, “no puedo”, “no corresponde”. En ese marco, se prestan a ser más objeto que sujeto, al punto de dejarse pensar por otros que terminan definiendo sus gustos, sus comportamientos y, lo que es peor, su identidad.

Un llamado de impacto global

Un llamado a la revaloración del género femenino está siendo liderado por mujeres que se animan a ser lo que quieren ser, más allá de las condiciones, pruritos y expectativas de otros. Tal es el caso de Taryn Brumfitt, la australiana fundadora del Movimiento de Imagen Corporal (the Body Image Movement). Como protagonista del documental “Embrace“, Taryn invita a las mujeres a amar sus cuerpos reconociendo su belleza intrínseca, independientemente de su forma, tamaño y color, sin dejar que la publicidad decida sobre su autoestima. “Tu cuerpo no es un ornamento, es un vehículo para lograr tus sueños”, sostiene Taryn.
La respuesta que ha tenido la propuesta de “Embrace” ha sido abrumadora y continúa ganando adeptas globalmente.

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