La mayoría de las personas llegan a la época de la Navidad agotadas, tanto a nivel físico como mental. Pero la mayoría también, y a pesar de los muchos problemas y luchas que hayan podido tener durante los últimos doce meses, dedican este tiempo especial de balance y encuentro para pensar en sus sueños, en sus objetivos a alcanzar, para el año que comienza.

 

Lo cierto es que no necesitamos llegar a un determinado momento del año para pensar en términos de metas. Mientras hay vida, buena salud y una actitud positiva, siempre hay nuevas oportunidades en todos los órdenes: lo laboral, lo económico, lo afectivo, lo familiar, la salud, la amistad, etc.

Todos somos potencialmente creadores porque fuimos diseñados y nacimos con un potencial ilimitado: con recursos internos y aquellos que adquirimos a lo largo del camino. Solo que muchas veces no lo podemos ver y nos percibimos incapaces frente a los grandes desafíos que el mundo actual nos presenta.

En estas fiestas que se aproximan, te invito a considerar estas ideas y a atreverte a aplicarlas en tu vida en cualquier momento del año. Establecer metas para alcanzar un sueño, por lo general, implica cambio y muchos le temen a los cambios. Pero ¡nunca es tarde para cambiar! El primer paso para iniciar cualquier proyecto es volvernos flexibles con los cambios. Es decir, ser una persona “generadora de cambios”.

 

Esto no es una carrera o un título que se obtiene en algún lugar de estudio, sino que es alguien que ha entendido que, si algo no funciona como le gustaría que funcionara, se debe cambiar. Así de simple. No podemos seguir haciendo lo mismo (que ya está clarísimo que no funciona) pretendiendo obtener resultados diferentes. Una persona con mentalidad flexible no se ahoga frente al cambio porque cree en sí misma y apuesta a su proyecto y a sus recursos, ya sea que se trate de conocimiento, fuerza interior o gente a su alrededor.

 

Los psicólogos hablan de la “cultura organizacional”, la cual hace referencia a la manera específica que todos tenemos de hacer las cosas. Seguramente tu manera de funcionar no es igual que la mía, pues todos aprendemos de nuestra familia de origen y de nuestro entorno. Cultura es sinónimo de hábito y cambiarla no siempre es fácil. Pero resulta más sencillo cuando entendemos que portamos en nuestro interior la capacidad de cambio, es decir, la habilidad para dejar de lado aquello que no se hace bien, o que no arroja resultados, o que ya cumplió su ciclo, para reemplazarlo por algo mejor.

¿Cómo actúa un generador de cambios? Comparto algunas de sus principales características:

 

-Planifica sus actividades y jamás improvisa.

-Si es preciso, delega tareas en gente confiable.

-Es puntual y llega siempre antes del inicio de cualquier actividad.

-Aplica la excelencia en todo lo que hace.

-Es una persona emocionalmente fuerte, es decir, que no se mueve por lo que siente sino por lo que sabe que debe hacer.

-Se conoce a sí mismo, sus puntos fuertes y débiles, y se acepta tal cual es.

-Genera un impacto emocional positivo donde se encuentre.

Fin de año es el momento ideal para pensar en cambios, pero no importa la época que estemos atravesando, ni la edad que tengamos, ni nuestras circunstancias actuales. Para aquellos que se mueven y sueltan todo su potencial, siempre hay puertas que se abren y oportunidades que aparecen a la vuelta de la esquina. Cada vez que te muevas, a pesar de las dificultades, rompiendo el conformismo y la comodidad, serás un generador de cambios. ¡Feliz Navidad!
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