Algunos están escuchando una conferencia, viene alguien caminando por el pasillo y, de pronto, piensan en qué van a cenar a la noche. Los jóvenes (y los no tan jóvenes) están todo el tiempo con el celular. Nuestro estilo de vida hoy es un estilo de distracción. Los problemas de ansiedad han aumentado porque vivimos en una distracción negativa permanente.

Algunos se lamentan: “Yo no invertí tiempo en mis hijos”. No es que no invirtieron tiempo, lo hicieron pero con distracciones negativas. Otros rumean algo todo el día, piensan y piensan, y luego consultan: “¿Te parece?”. Analizan todo negativamente y la cabeza les da vueltas y vueltas. Creen que están pensando pero, en realidad, les están dando vueltas a las mismas ideas negativas. Si queremos vivir con salud óptima, tenemos que aprender a administrar nuestra mente.

¿Qué quiere decir eso? Crear tres espacios (hábitos) para que la mente esté gobernada por nuestro “yo profundo”, y no al revés.

Primer espacio: no pensar en nada

El primer espacio es un tiempo diario para no pensar nada… ¡los hombres somos muy buenos en eso! No pensar es no analizar. La mente necesita relajarse, lo cual implica “no hacer nada”; es decir, tomarnos diez minutos, media hora o una hora para no pensar en nada.

Segundo espacio: tener una distracción creativa

Tuve el privilegio de conversar con un médico que trabajó con el Premio Nóbel de fisiología Bernardo Hussey. Fue un médico, hijo de franceses, muy importante en nuestro país que se recibió con diploma de honor, fue profesor de Medicina y recibió un doctorado en la Universidad de Harvard. Me contó que Hussey era “un reloj”: a las seis de la mañana entraba en el laboratorio, preparaba las investigaciones, después almorzaba y a la tarde les decía a todos: “Vayan a la biblioteca a leer dos horas”. Entonces él se iba a su oficina, se sentaba y se quedaba pensando relajadamente. Y en ese tiempo, le venían las ideas para las próximas investigaciones.

Hay un momento en el que nosotros tenemos que pensar relajados para analizar las cosas. Pero no se trata de pensar y decir: “¿A vos te parece lo que me hizo?”… eso es rumiar, es angustiarse. Se trata más bien de aprender la capacidad de estar relajado y empezar a tomarnos un tiempo cada día para pensar bien. Así lo hacen los exitosos, porque las ideas creativas vienen de pronto. Te estás bañando, o estás caminando (y pensando con tranquilidad) y, de repente, llega una idea extraordinaria.

Tercer espacio: tener atención plena

Hay momentos en los que tenemos que poner toda nuestra atención para hacer foco. Eso se llama atención plena. Hoy uno de los movimientos más grandes en el mundo se llama mindfulness y consiste en la atención plena. Todos los médicos están hablando de eso, lo cual quiere decir que a los seres humanos nos falta la capacidad de enfocar toda nuestra atención en determinadas circunstancias. Cuando nosotros estamos en familia, no podemos estar con el celular o pensando en otra cosa, tenemos que practicar la atención plena. Eso quiere decir que en esos minutos lo único que me importa (lo único en lo que me enfoco y a lo que estoy atento) es estar con el otro. Ese tiempo solidifica el vínculo.

Tres espacios que debemos cultivar para ser capaces de liderar nuestra mente y sacar el mayor provecho de esta.

 

Si tenés alguna inquietud, podés escribirme a Bernardoresponde@gmail.com

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