¿Quién es la sorpresa política francesa?
Es un político francés que desde el 14 de mayo de 2017 es el vigésimo quinto presidente de la República Francesa, co-príncipe de Andorra y gran maestre de la Legión de Honor.
Un ex-funcionario público y especialista en inversión bancaria; empleado y asociado del banco francés Rothschild & Cie, ejerció posteriormente de asesor económico del presidente de la República François Hollande (2012). El 26 de agosto de 20141 fue nombrado ministro de Economía, Recuperación Productiva y Asuntos Digitales. Dimitió el 30 de agosto de 2016 para dedicarse al movimiento político de centro2 En Marche! que había lanzado en abril.3
En noviembre de 2016 anunció su candidatura para las elecciones presidenciales de Francia en abril de 2017, cuya primera vuelta ganó con una votación cercana al 24%. El 7 de mayo de 2017 obtuvo la victoria en la segunda vuelta, frente a la líder del Frente Nacional, Marine Le Pen.
En abril de 2016 lanzó el movimiento político ¡En Marcha! un nombre que coincide con sus iniciales Ante las críticas sobre la creación del movimiento desde las filas socialistas François Hollande acogió con “naturalidad” su creación señalando que se trata de “un político que quiere hacer política”.
Se casó el 20 de octubre de 2007 con Brigitte Trogneux (Amiens, 13 de abril de 1953), su antigua profesora de francés en el colegio de los jesuitas, perteneciente a una familia de empresarios chocolateros de Amiens.
En agosto de 2017 el presidente estuvo envuelto en una controversia. La revista “Le Point” reportó que en ese corto periodo de tiempo, el mandatario ha gastado 26.000 euros, unos 30.700 dólares, sólo en maquillaje. Los representantes de Macron explicaron que el considerable gasto se debió a una situación de “emergencia” y que los costos futuros de maquillaje disminuirán significativamente.
Nacido en el seno de una familia de médicos, Emmanuel Macron optó por una aventura propia guiada por la realización de su talento que terminó desembocando en una convicción: su “compromiso político”.
Sus cuatro años como banquero le valen hoy las críticas, sin embargo, Macron asegura no lamentar nada de su pasado.
Pro-empresa y liberal en el plano económico. A la izquierda en lo que concierne a los temas sociales. Un político “de izquierdas” abierto a las ideas de la derecha, como suele afirmar el candidato.
Emmanuel Macron cultiva la imagen de ‘renovación’ y de ‘alternancia’. El líder de En Marche! promete “la renovación democrática” o “la revolución”, asegurando no se convertirá en un presidente de la IV República, sino que aspira a cambiar los modos de uso y los rostros del escenario político.
Promesas que van acompañadas de medidas concretas: la revalorización del parlamento, la reducción del número de parlamentarios, la prohibición de la acumulación de mandatos o impedir a los diputados condenados acceder a sus cargos.
Así, Macron, que se ha convertido en el presidente más joven de la historia de Francia, construye su estrategia en torno a la reforma total de los partidos tradicionales y a la encarnación de un jefe de Estado reconciliador y unificador.
Siempre convirtió su candidatura en la demostración de un ascenso basado en la “meritocracia”, tratando de desligarse de un poder enraizado en la reproducción de las élites, las mismas élites con las que se codeó durante su paso por el Ejecutivo. Una estrategia que ha conseguido convertir a su persona en una especie de tótem capaz de reunir en un tiempo récord a un electorado que le ha elevado al Palacio del Elíseo.
Con su agenda liberal, mezclada con dosis de proteccionismo, eficacia, pragmatismo y evaluación, promete recuperar el espíritu de conquista francés en un momento en el que de una guerra civil y lo único que quieren ofrecer a nuestros conciudadanos es un espectáculo de pesimismo.
Macron ha erigido una potente candidatura en un tiempo récord, sin acceso a las ayudas públicas para financiar su campaña, consiguiendo reunir 8 millones de euros gracias al apoyo de más de 30.000 donadores.
En definitiva, Macron se ha convertido en la gran sorpresa, el éxito de una ideología que navega entre la izquierda y la derecha, entre la crítica y la adoración, entre un pasado que le ha forjado como político y un futuro que promete “revolucionar” desde el Palacio del Elíseo.