Todos tenemos emociones, incluso aquellos que no las expresan. Por lo general, estas aparecen y desaparecen, pero ¿que es la Inteligencia Emocional?
Estamos contentos y en un momento ya no lo estamos más. Viene un peligro, sentimos miedo y al rato el miedo ya se fue. Cuando una emoción se estanca, se transforma en un estado de ánimo. Las emociones van y vienen pero el estado de ánimo es lo que permanece, es el tono afectivo que se mantiene sin ningún motivo y perdura en el tiempo. El estado de ánimo lo tenemos permanentemente más allá de las emociones que sintamos.
Se sabe que una persona cuyo estado de ánimo predominante es la alegría ayuda más a la gente. Se hizo una investigación con dos grupos. Las personas del grupo A iban a un teléfono público y, cuando ponían las monedas para hacer la llamada, encontraban las monedas de otras personas. Cuando las personas del grupo B ponían las monedas en el teléfono, no encontraban ninguna moneda. Inmediatamente aparecía un señor con papeles (contratado) que los dejaba caer a propósito. Del grupo A, todos lo ayudaron a levantar los papales; del grupo B, de 16 personas, 14 no lo ayudaron a levantar los papeles. Así se descubrió que, cuando estamos felices, ayudamos más a los demás.
También suavizamos las tensiones y sanamos nuestro estrés a través de la alegría. La alegría, el buen humor, la buena predisposición no deberían ser emociones que van y vienen, sino nuestro estado de ánimo permanente. Existen dos tipos de sonrisa. La sonrisa falsa que es aquella que hacemos cuando nos sacamos fotos y decimos “whisky”. Aquí se mueve solo la boca. Y la verdadera sonrisa que hace que se nos arrugen los ojos. Pero todos usamos muchas veces la sonrisa falsa. La risa verdadera utiliza la letra A o la letra E: “ja, ja, ja” o “je, je, je”. La risa más inhibida usa la letra o y la letra u: “jo, jo, jo” o “ju, ju, ju”.
Otra cosa que generamos en nuestra mente cuando estamos contentos son los buenos recuerdos del pasado. Todos los recuerdos que traemos al presente son de acuerdo al estado emocional que tenemos hoy. Si estoy triste, mi memoria se inclinará a los recuerdos dolorosos; si estoy contento, se inclinará a los recuerdos de momentos vividos maravillosos. Cuando uno se siente feliz, aun los recuerdos tristes que pueda tener no poseen tanta fuerza.
Cuando estamos contentos, somos más cautelosos. No es cierto que una persona contenta sea tonta o impulsiva porque, cuando nos sentimos bien, no queremos perder ese estado. Eso hace que nos cuidemos más para no perder la alegría que tenemos. Es decir, que nos volvemos más cautelosos en cosas importantes, evaluamos mejor, tomamos mejores decisiones, somos más flexibles y encontramos soluciones más rápidas. La gente feliz hace un análisis de la realidad mucho mejor que la gente que no lo es.
La mente humana tiende a categorizarlo todo. Por ejemplo: animales, vegetales, minerales, etc. Le ponemos categorías a todo. Pero cuando la gente tiene dicha es más creativa. Si uno le pregunta a una persona feliz cuáles son los medios de transporte, dirá: “Colectivo, tren, subte, premetro, taxi, avión, caballo, camello y burro”. Porque su estado de bienestar la lleva a pensar más y mejor y a no quedarse solo con las categorías clásicas.
Cuando estamos contentos, nos volvemos más solidarios, suavizamos el estrés, recordamos mejor, somos más cautelosos y creativos. ¡No cabe duda de que nos conviene estar contentos!
Si tenés alguna inquietud, podés escribirme a Bernardoresponde@gmail.com