El temor a enfermarnos
Tengo miedo a enfermarme
Construir esperanza
Todas las personas se enfrentan con la enfermedad en algún momento de la vida. La persona que se enferma pierde la energía, la movilidad, en algunos casos puede perder la belleza, el trabajo, etc. Hay enfermedades que son crónicas, es decir, que duran en el tiempo, como el asma, la diabetes, el cáncer o una parálisis. Hay enfermedades que requieren de una cirugía. Por eso la enfermedad despierta miedo, a las limitaciones, a las pérdidas, y en los casos más graves a la discapacidad y a la muerte. Pero frente a cualquier diagnóstico, por grave que sea, por terrible que parezca, hay que esforzarse por construir esperanza.
La enfermedad no es la ocasión para cambiar las relaciones con los otros, sino para tener una relación con uno mismo.
Cuando estamos enfermos debemos darle batalla a la enfermedad, tener fe en Dios, fe en el tratamiento y fe en nosotros mismos. Necesitamos levantarnos y pelear todos los días. La enfermedad es una parte de la vida, pero no es toda la vida.
Miedos buenos y miedos malos
¿Cómo administrar el miedo?
Es fundamental aceptar que tenemos miedo, porque es una emoción normal y universal. Tengo miedo y lo acepto, no lo niego, pero ahora que ya lo acepté, no debería taparlo.
La diferencia entre la persona segura y la persona insegura es que las dos tienen miedo pero una lo administra y la otra se deja administrar por él. Valiente no es el que no tiene miedo. Toda persona mentalmente sana tiene miedo pero, como lo reconoce, es capaz de administrarlo.
La emoción es la herramienta y la razón es la mano que maneja esa herramienta. Y no tengo que dejar que las emociones me manejen, sino administrar mis emociones a través de la razón. No puedo guiarme por el miedo, sino dejar que la mano (mi razón) administre esa emoción para utilizarla positivamente. De ese modo, administro mis emociones con sabiduría.
Comparto algunas ideas para administrar el miedo:
a. Tener mentores
Un mentor me enseña a administrar mis miedos. Procuremos la compañía de gente que nos aporte “ideas de oro”. Por ejemplo: te vas a operar, el médico te explica cómo es la operación. Si esa información deshace tu miedo, vas a la operación con un miedo normal pero no con pánico. ¿Por qué? Porque ese profesional te dio ideas de oro.
Un mentor es alguien que te puede dar una idea brillante con el poder de deshacer tu miedo.
b. Automotivarnos
Cristóbal Colon podría haber sido un comerciante mediocre pero él tenía un sueño grande: descubrir algo nuevo. Si tenemos sueños grandes, es importante aprender a motivarnos a nosotros mismos. Por ejemplo, podés considerar lo que te falta todavía, lo que aún no lograste, y concentrarte en eso para motivarte. No te conformes con lo que lograste porque, cuando uno se conforma con lo logrado, deja de soñar y es guiado por el miedo. Pero cuando uno persigue un sueño más grande que el miedo, eso se llama automotivación.
Soñá con cosas más grandes de las que lograste hasta ahora, pisá tierra que todavía no pisaste y hacé aquello que nunca hiciste. Buscá mentores con las mejores ideas para tu vida y automotivate a menudo.
Encendé el motor interno que te impulsa a ir por más y, cuando logres cinco, proponete ir por diez. Si te automotivás a diario y seguís soñando, vas a conseguir que los miedos no te guíen. Soñá un sueño más grande que el más grande de tus miedos y, más temprano que tarde, vas a lograrlo.
No apresurarnos a interpretar las situaciones
Toda situación puede tener varios significados. Cuando en lugar de apresurarnos logramos administrar los miedos podemos reconocer lo que no vemos pero creemos que sucederá.
¡No tengas temor, elegí ¡tener esperanza!